JESSICA COX, LA HISTORIA DE LA MUJER PILOTO SIN BRAZOS

Jessica Cox nació sin brazos. Pero ello no le ha impedido manejar un auto, pilotar un avión y tocar el piano...con sus pies.

La mujer ha viajado 17 países dando charlas de motivación. De pequeña, Jessica se visualizaba volando como Super Woman. 
El logro que más le orgullese a Cox es haber madurado y haber pasado de estar malhumorada por lo que carecía, lo convirtió en una celebración y en sentimiento de agradecimiento y satisfacción por todo lo alcanzado.


La motivadora residente en Tuczon, Arizona se se propuso como meta convertirse en piloto, logro que le tomó dos años. Para poder pilotar


tuvo que encontrar un avión específico que cuenta con dos controles menos que un avión tradicional.

“Es la experiencia más increíble y renovadora que he sentido”, asegura.


En 2012 se casó con Patrick, su ex instructor de taekwondo. Jessica además tiene dos cinturones negros.

La mujer viaja alrededor del mundo dando charlas de motivación, en las que cuenta su experiencia de vida. El año pasado visitó cuatro países para hablar sobre su vida y compartir su éxito.

“Recuerdo haberme prometido a mí misma que nunca más utilizaría esos enormes y pesados brazos artificiales”, enfatiza en sus charlas. 

Nacida en 1983, Jessica Cox tuvo que enfrentar, desde pequeña, una realidad diferente. Llegada a este mundo sin ninguno de sus dos brazos por una extraña condición genética que ni siquiera los especialistas lograron entender, la pequeña Jessica desde muy temprana edad tuvo que aprender que a pesar de no tener las dos extremidades consigo misma, lo suyo no era quedarse de brazos cruzados, sobre todo a la hora de aprender a comer y a escribir, como lo hacen todos los niños. 

Considerada como la primera persona sin brazos en obtener un cinturón negro en Tae Kwon-Do, Jessica a sus 25 años logró lo inimaginable al tener su propia licencia para pilotear aviones, por ahí por Arizona, en Estados Unidos. Si bien los pasajeros se le asustan un poco cada vez que la ven manejar la aeronave con sus pies, la egresada de psicología enfrenta su batalla diaria con un sentido del humor y un entusiasmo realmente envidiable, sobre todo a la hora de lidiar con los tarados de siempre en el tráfico de la mañana o al momento de tener que ponerse sus coquetos lentes de contacto, cosa complicada, por cierto.