En la muerte, como en la vida, Nelson Mandela, Madiba, para su pueblo, logró lo imposible en la historia de Sudáfrica: unir a toda la nación. El jueves, cuando en su pueblo parecía convertida en verdad la creencia de que él era inmortal, cerró sus ojos para siempre, sin perder la expresión de paz y serenidad que lo acompañó, aún en los momentos más críticos de su vida.
Dicen los medios locales en Johannesburgo y Ciudad del Cabo que hubo lágrimas que como leve brisa desaparecieron de los rostros para ser remplazadas por cánticos y bailes de alabanza. Así comenzó el duelo festivo de despedida de su pueblo.
Uno de los voceadores de prensa agitaba los diarios en Johannesburgo con la figura del líder fallecido, cantando canciones en su honor; la radio suspendió su programación habitual y más que entrevistas y extensas notas o comentarios sobre su vida, dedicó los espacios para dar fuego a las canciones, inspiradas en su figura.
TRIBUTO UNIVERSAL
No solo en la Sudáfrica de grandes avenidas y modernos edificios; extensos y fértiles valles, de numerosos parques naturales y ríos de aguas dulces infinitas —que no dejan de correr— se rendía tributo a Mandela. El suyo era un poder universal, pues su reino era (es) el de la paz.
Los diálogos eran de admiración a Mandela en la Casa Blanca, en la sede de la ONU, en países asiáticos y europeos y en sus castillos y monarquías. También en otros grandes centros de poder del mundo y en las esquinas y hogares de las urbes.
Por ello, pese al luto, hacía décadas, quizás desde la abolición del apartheid y cuando Mandela llegó a la presidencia de su pueblo, nunca Sudáfrica había vuelto a ser tan feliz como ayer. Mandela ahora les pertenece a todos.
EL PAÍS QUE TRANSFORMÓ
De la Sudáfrica inviable por la que corrían ríos de sangre, miedo y discriminación por el genocidio que impuso una minoría blanca bajo el escudo de terror del apartheid, contra el que Mandela se volvió un ícono mundial, al país de hoy, solo le queda una palabra para reconocer su esplendor: milagro.
Hoy el país es la primera economía africana, acapara el 25 por ciento de todo el Producto Interno Bruto del continente y es motor de desarrollo de la región.
Las grandes redes económicas mundiales dinamizan sus proyectos públicos y privados. La bolsa de valores de Johannesburgo es la más poderosa de África y sus yacimientos de carbón, minerales y metales preciosos, como el oro, los diamantes y el platino; la transformación de sus productos agropecuarios y su poderosa industria son fuente inagotable de riquezas, que favorecen distintos proyectos por la justicia social que pregonó Madiba.
DESPEDIDA DE REY
No era un santo como todo el mundo lo hacía ver. Buena parte de su vida se la pasó convenciendo a propios y extraños de que era un ser de carne y hueso, humilde, que no irradiaba luz, pero nadie le creyó; también pidió que su despedida fuera tan sencilla como la del pastor, que simplemente cierra sus ojos y descansa en paz para siempre. Tampoco logrará alcanzar ese sueño.
Su última gran aparición pública fue en la final del Mundial de Fútbol de Sudáfrica a la que El Colombiano asistió y sus periodistas regresaron convencidos de que habían estado frente a la figura de un ser que irradiaba una enorme fuerza espiritual, en otras palabras, frente a un santo.
Aunque nadie en Sudáfrica quería esperarlos y todos en sus oraciones estaban convencidos de que nunca llegarían, los funerales de Mandela llevaban meses de preparación.
Gobiernos, casas reales e instituciones de todo el mundo han dado sus condolencias por su muerte, destacado su lucha contra el apartheid y expresado su decisión de asistir al acto final de despedida del "patriarca" de Sudáfrica.
El 15 de diciembre lo acogerá para siempre la tierra de Qunu, donde Mandela creció y pidió ser sepultado. El acceso al funeral será prácticamente imposible. Por ello, antes de ese momento final miles de personas se unirán para realizar actos de oración en masa y hacer así parte del ritual de despedida.
El gran adiós, ante unas 90.000 personas que desde ya se pelean un cupo, será en el FNB Stadium de Soweto, escenario de la misa oficial por el alma de Madiba.
Para oficializar su presencia en los funerales han tocado a las puertas de la casa del presidente sudafricano Jacob Zuma, los líderes mundiales como Barack Obama, presidente de Estados Unidos y Xi Jinping, de China; Vladímir Putin, de Rusia; David Cameron, de Inglaterra, Angela Merkel, de Alemania, Ban Ki-moon, de la ONU y otra pléyades de mandatarios y líderes de todas las escalas sociales del planeta.
Entre el 11 y el 13 de diciembre sus restos descansarán en el edificio Unión Buildings, de Pretoria, sede del gobierno nacional, para que miles de sudafricanos puedan desfilar frente al féretro y entregarle su último adiós agradecido.
Sudáfrica queda huérfana del padre que la acompañó por 95 años y no ahorrará una gota de amor para brindar su último adiós enamorado a Madiba. Paz en su tumba.